miércoles, 9 de octubre de 2024

EL INFIERNO DE HANK

 Abro la puerta de las pesadillas
a escuchar poetas en fila con papeles en las manos, 
leen cosas que vuelan al viento
y súbito caen como cenizas
se esparcen
deshacen a esa turba en fila
con la vanidad de sus esperanzas
de decir cierto tropo 
que salve la combustión de los despojos
el fuego espantoso de gente que escribe 
leyendo gente que escribe 
con esas ascuas en la cabeza 
que no hierven agua para el té.
Entonces 
entro al infierno de Hank como un desesperado
con una botella de cerveza a medio camino
y a su lado
lloro mi maldita suerte de escribir. 
Le pregunto cuántos 
tendrán que soportar estas palabras de mierda 
si acaso recuerden lo que he escrito 
- Dios quiera que no - 
y sea sepultado en algún cielo 
donde el silencio me haga polvo
en palabras de letrina 
y doce cervezas bien frías.
Mientras los poetas con su ruido espantoso 
siguen y siguen la náusea versicular
Hank y yo muy vomitados ni cruzamos miradas 
tirados con el sol golpeando en la ventana
en tanto Perec pasa contando ese gentío, 
letras, pausas, anillos, dientes, zapatos viejos 
llaves de las puertas del averno 
desparramadas 
en las orejas de los poetas que declaman cosas 
que tintinean desaliños neuronales
castigo divino de metáforas reventadas con obuses
de un clan que lee 
como coro de basílica alemana 
palabras en su propia orgia quemándome sin purificación
entre resoplos ácidos de un Hank entredormido. 
El sol ha entrado y le revienta la frente 
suda como cerdo
agrio el aire. 
Su cerveza o lo que queda cae
en un chorro fino y largo en mis pantalones.
Como poetas palurdos 
pero mucho mejor 
somos mostrados en un espejo desvensijado 
ante la decadencia del presente pudendo
los versos floridos de estiércol 
que tanto gusta a la gente.
Voy entornando los ojos de fábrica fundida 
pero Chinaski me hace señas,
caminamos pues sonriendo como estúpidos 
a buscar más cervezas en la puerta gigantesca.
El infierno de Hank apesta pero algo tiene.
No lo sé.
Caminamos dormidos y mis tripas hablan. 
Se ríe escupiendo.
Después el infierno cierra sus puertas
y me incinera.
Despertar será duro. 
Escribir tan luego las propias excreciones
quién sabe
para que alguien se caiga súbito
y le ardan mis palabras en la sesera 
como un cáncer.
Tampoco importa demasiado.
Uno siempre muere solo.
En tal caso siempre puedo prender una luna 
y también abrir una botella de vino
a la salud de Li Po.

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