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Con ojos de adentro
miro los altos muros de mi cabeza
porque del otro lado vienen las estaciones
a tirar sus almanaques de luz y oscuridad
miro esperando alguna llovizna de felicidad
que mitigue los escombros
pasa el tiempo
y las trompetas no suenan
llevo ya tantas lunas siendo esta criatura
hurgando el sentido del mundo
cuando del otro lado
hay muertos de espíritu
y están ahí
con sus cantinelas apologéticas
en medio de mis dudas de perro viejo
que no quiere trucos de nuevos imbéciles
y ante los muros
que se alzan encalados con sus humedades y dibujos
extraños lugares hundidos
fuego amigo y enemigo
medito
premedito
parado de frente
a treinta centímetros
con la frente apoyada en el estuco
predicando mi propio evangelio
al compás de su música
con todo el cuerpo
esta biblioteca llenita de ángeles
nabateos anteriores a Trajano
la partida de torvas naves
con anclas de claveles del aire colgando
para limpiar con dulzura la ceniza de los ojos
con un pañuelo de luz de la biblioteca de Alejandría
el agua del Jordán
la Kaaba de los peregrinos
las tablas de la Torá y versos del Corán
Pedro los doce y Pablo
esa caravana
que da vueltas por la sangre su fanfarria
el camino de todas las formas
que miro más allá de cualquier noche estrellada
el universo
con el polvo y nada
de mis huesitos miserables y enormes
miro los altos muros de mi cabeza.
miro los altos muros de mi cabeza
porque del otro lado vienen las estaciones
a tirar sus almanaques de luz y oscuridad
miro esperando alguna llovizna de felicidad
que mitigue los escombros
pasa el tiempo
y las trompetas no suenan
llevo ya tantas lunas siendo esta criatura
hurgando el sentido del mundo
cuando del otro lado
hay muertos de espíritu
y están ahí
con sus cantinelas apologéticas
en medio de mis dudas de perro viejo
que no quiere trucos de nuevos imbéciles
y ante los muros
que se alzan encalados con sus humedades y dibujos
extraños lugares hundidos
fuego amigo y enemigo
medito
premedito
parado de frente
a treinta centímetros
con la frente apoyada en el estuco
predicando mi propio evangelio
al compás de su música
con todo el cuerpo
esta biblioteca llenita de ángeles
nabateos anteriores a Trajano
la partida de torvas naves
con anclas de claveles del aire colgando
para limpiar con dulzura la ceniza de los ojos
con un pañuelo de luz de la biblioteca de Alejandría
el agua del Jordán
la Kaaba de los peregrinos
las tablas de la Torá y versos del Corán
Pedro los doce y Pablo
esa caravana
que da vueltas por la sangre su fanfarria
el camino de todas las formas
que miro más allá de cualquier noche estrellada
el universo
con el polvo y nada
de mis huesitos miserables y enormes
miro los altos muros de mi cabeza.
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