sábado, 30 de agosto de 2014

A PROPÓSITO DE AUSENCIAS

Aquí dejo mi ausencia
en nombre de los tantos tiempos de mis ojos
ando ya por lugares dejando horas de mi vida
como quien deja limosnas a quien no se las pide
que es de verdad como se deben dar.                               
Me he ido porque cansado de esperar
nada ha sucedido que sea suficiente para mi víscera
que peregrina como un hombre bajo el universo,
así que he dejado la ausencia allí mismo
me he despojado de ella
colgándola del viento para que de fe de mi.
Quizás ahora ande buscando mis palabras
pero yo podría expresarme equívocamente
e irme convirtiendo en un paisaje otro
pero es idioma que no entienden mis prójimos.
He dejado mi ausencia como compañía
y lo que dice se define por lo que es en sí misma.
Ya me voy desnudando de las demás cosas
innecesarias y absurdas que te pesan como rocas
como si fuesen credenciales que debes exhibir
como constancias ineludibles para demostrar que estás allí,
que eres uno más de la manada.
Pero así es.
No le debo a cada santo una vela,
es más, no compro velas.
Al día y en efectivo pago mis minutos
con esta carne que sostengo porque como dije,
estoy ausente
nada de lo que tengo tiene precio.
He dejado de ser un número
y por lo tanto no cuento.
Estoy ausente.


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viernes, 22 de agosto de 2014

YO HABLO DEL AMOR

Yo hablo del amor que te viene del cuerpo
de todo el cuerpo,
yo hablo del amor que te cubre todo
que tapa por ejemplo a una mujer como una ola
que se queda un segundo, le pega,
le deja constancia, huella,
y la traspasa más allá
desde el  agua que el horizonte puede ver.
Yo hablo de esa cosa misteriosa que abraza más allá de la luna
 y hasta donde los ojos alcanzan los pobres
con la cabeza arqueada hasta arriba
hasta que se te cae el universo por los agujeros de las corneas
y te preguntas simplemente
esa pregunta sin palabras que te pone a existir
si es que puedes escuchar el silencio.
Yo hablo del amor
como intuición para lo que fui hecho
y como niño que patalea viendo y queriendo
el juguete más querido en el escaparate.
Cómo es entonces que por error ando en estos caminos,
quién contribuyó a dibujarme esta historia involuntaria
y me aseguró que era la vida, la verdadera vida.
Voy caminando porque yo hablo del amor
resolviendo la ruta que me lleve de vuelta
a esa tierra que hay en algún lado
ese lugar prometido de alianza,
yo quiero simplemente entrar a la tierra prometida
no de cualquier modo
sino como un atleta con su máximo esfuerzo
viendo la faja para romperla para siempre,
sin mirar atrás.
Yo quiero una entrada gloriosa y aplaudida
por mis ancestros y los ancestros de mis ancestros,
y después llenarme hasta que más no pueda de absolutamente todo
eso  que algunos llaman alma.
Sentar carpa eternamente
y decirme que todo el viaje fue un mal sueño
salpicado de lucecitas de vez en cuando
siempre insuficientes que te tiene como cazador
en espera de que llegue ese momento agudizando los sentidos,
como desesperado para un segundo de disfrute
que te rompe los huesos brevemente
para devolverte a la tierra del olvido
o los recuerdos que pudieron quedar como resaca
arrugas nomás en algún lugar de lo que se llama corazón.
Yo hablo del amor,
no de la misma letanía que es parecida
y que se paga a precios diferentes
según el lugar del mundo que estés
tu espacio en el casillero social, tu identidad,
tu apartado de correo común o electrónico
cuánto watts alumbra la lamparita de tu cabeza
común o de bajo consumo
sin hablar del tiempo de uso y la garantía,
tus ropas, y más íntimamente, tus calzoncillos
chiquitos o largos de telas diferentes
o lo que sea que seas,
hombre o mujer y lo que uses -si usas-,
la fluidez de que dispones cuando te dicen
compra ya!
sé feliz, compra ya!
disfruta de esta locura
al menos un par de minutos
hasta que un día sepas que te timan
y que de veras eres un estúpido
o lo que es lo mismo un número manipulable
aunque quizás nunca lo sepas
y hasta tengas a mano o en el bolsillo
dos o tres discursos de autodefensa
para quedar bien parado,
habrase visto impertinencia tal
tener que escuchar gratuitamente estas cosas.
Yo hablo del amor
pero no sé bien que cosa es
y cuando empiezo a creer que sé
lo inefable me deja sin palabras
como por ejemplo ahora,
y tu
¿qué sale que valga la pena de tu boca?
¿de qué hablas?

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lunes, 18 de agosto de 2014

ESTA MUJER

Esta mujer de la que hablo no tiene cara de portada de revistas,
ella ha viajado mucho, mucho,
se le nota en la cara el mundo.
Ha viajado en un tren cargado de días
con calor, olor rancio de axilas y frío que te parte los huesos,
anduvo recorriendo vagones y vagones
mirando esos carteles que te dicen
cómo ser más joven y hermosa
si calculas unos doscientos artículos de belleza
todos a precios de ganga
puestos unos después de otros
a veces intercalados
yuxtapuestos
con una máscara arriba de otra
arriba de otra de tu cara.
Yo la conozco cuando tenía
arbustos juveniles y era primavera pero ella no lo sabía,
porque no era una flor encendida,
era una mujer con cara de mundo
de traqueteo que te deja el camino
el humo, el olor y las conversaciones agotadoras
de cualquier cosa por no estar en silencio.
Ha parado en muchas estaciones diferentes
que tienen distintos nombres y diferentes golpes,
que ya se confunden los nombres los sitios y los años.
Esta mujer de la que hablo conoce bien las estrellas
las nubes, la lluvia y la resaca en la ropa,
y es ese vacío en los ojos
que hace que avance por la calle paso a paso entre todos
con su cara de mundo
ahora que va pasando y se va
hacia alguna parte que siempre es la misma
que parece un paradero
pero es sólo el lugar donde sus pies se detienen.
No tuvo la suerte de los jazmines
ni siquiera la de las margaritas silvestres de campo.
Esa mujer no tiene pájaro que le cante
para avisarle que repose un rato sus huesos.
Esa mujer no tiene poemas de amor
ni sabe lo que es eso.
Tiene un pedazo de pan o algo y un banco en la plaza,
cualquier banco.
Saca algo de una bolsa y se ríe.
Debe ser alguna esperanza.
La noche la abraza y hace el resto.

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jueves, 7 de agosto de 2014

CUERVOS DEL ALMA

Se me escapan los cuervos del alma
 anudando las tripas como bolsillos
 a sacar las cosas de adentro  a la luz clara de los vidrios,
  a poner esta vida de intentos insolventes en entredicho
          con su destino en círculos,
  a rondar esta vida, esta noria de cuervo malentendido.
 Será por eso que no puedo hablarte de la hora de los lobos
       o de los huesos encalados, incendiados
       que están de pie como columnas
               como carne que está pero se esconde,
          no puedo hablarte de la boca aparte del silencio
             ni rescatar las historias de la noche
       por donde los faroles aún alumbran la luz de los vencidos,
                yo de esto no puedo hablarte
         porque no siempre puede uno hablar de lo que quiere,
        a veces vagan las sangres salpicando los sonidos del silencio
  y nos tocan y se llenan de cantos,
de voces brillando claritamente
 como pléyade que nos muestran esos cielos que se fueron
                       por encima de nosotros a otros mundos,
              esos cielos que no pudimos, que no nos dejaron,
          esos cielos que se fueron abriéndonos los pozos
              y el misterio de nosotros mismos
                  a vagar por las aguas que una vez lloramos,
   el destino cuesta arriba royéndonos los ojos cuando miramos
          ese pájaro del alma que muere en un lugar desconocido,
 y entonces –por no haber palabra que describa tanta crudeza- 
si es el lugar el pecho por donde suben como coágulo de luces
                 herrumbrando el día todos los abismos,
                       tengamos por bien puestos los ojos en la nuca
                      para evitar esa sed tan lejana de olvidos,
                      para que venga desde el fondo de la niebla
    a pedir pan, a picotear de las manos los destinos malparidos
  y en las ventanas a descorrer las cortinas, atreverse a la luz,
            para no andar resucitando dos veces del mismo crucifijo.
                  Será por eso que no puedo yo contarte,
             las palabras se quiebran insuficientes
                 para hablarte de la hora de los lobos,
                        ellos siguen en manadas, astutos, cazándonos,
               parecen diferentes pero son siempre los mismos,
               y habiendo tan poco por festejar,
                  se me escapan los cuervos del alma
          a rondar por los cuerpos y las suertes de los vivos,
             con mi espanto a cuestas de días implacables,
                   esperanzas por venir se me escapan los cuervos
             y yo con ellos cada día,
                 anónimo y por las calles    
                         misericordiando mi destino.


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sábado, 2 de agosto de 2014

SINFONÍA DEL HOMBRE

Qué piano sonando en la noche ese hombre
qué acorde recién plantado de infinito
con una luz en la frente
con una melodía de adentro
entre la noche y la muerte,
con su volumen de mundo
y sus leyes físicas de miedo
amarrado al recinto grave de su voz
acusando recibo de la historia,
esa cárcel que soporta el peso de los muros
como botella de mal vino.
qué fusa oculta en su sangre,
cómo pare para el olvido
y en el olvido muere
con una estrella en la frente sin testigos.
Qué piano sonando en la noche ese hombre
las manos profundas de túnel
mas admirables que la flor del naranjo
con sus palabras que caen astrolabios
en las cunetas musgosas de su boca,
de ser tan pero tan pobre
con su voz de aurora
entre un sol y dos gorriones muertos
que apuntan un día de repente como un revólver
y hunde los dientes
como en pan de zaguanes estrellados
y pesa en el aire,
de veras pesa,
manchado de sangre y monedas,
parado al borde de sus ojos
con un grito perdido que aúlla miserable
y allá en el eco
qué piano sonando en la noche ese hombre,
esa amargura de pies desnudos de memoria,
clavado al mundo como las vigas su cerebro,
herido en su aventura de estrella imprudente
tropezando como ciego perdido en la palabra
va incendiado en su propio cráneo
por lo inexplicable del frío en las mañanas,
vencido de conceptos
sin mantas y sin sábanas,
al borde de esa gripe que recorre el alma
que procura una nueva hipótesis que no lo encarcele
periférico a las ciudades
embrujado en el espejo
bebedor de amnesias
matador de memorias
que lo atan al fondo de las cosas
y quiebran las alas de sus gritos
sus preguntas que lloran poesías
como hijos contra la nada
contra el muro del misterio
que es tanto y tanto,
resistiendo a puro pecho
sus naufragios de cartones
con los pianos sonando en la noche ese hombre
su segundo sangriento y celeste apenas,
la ceremonia inagotable de amanecer cada mañana
su sueño de raíces
que no lleve el peso traidor de la historia
una huella íntima que no huya a cada paso,
 que escupa tanto dolor contenido
de tierra liberada de blasfemias
como un rayo de castigo solidario
que vendrá a inaugurar el paraíso aquí mismo,
ese antiguo dolor primordial de ser
en las células más que células,
ese peso de alas sin alas,
esa piedra, esa isla, ese abismo.
Qué cósmico dolor rompe subterráneos sus pianos
como fuego en las venas
con himnos de orquestas que nacen en los cielos
para su noche ese hombre,
conclusión matemática registrada en huesos,
la víscera cayendo de la cabeza
al pie
al suelo,
punzando las sienes,
el zinc, los techos,
qué arquitectura contienen los pianos
cada vez que se oye su voz,
su destino de oráculo desmesurado y nuevo,
qué piano sonando porfiado en la noche
que tiene un grillo que lo asesina,
la noche apenas ha comenzado
y está llena de puteadas cual cadáveres ociosos
la noche que no es la noche
sino oscuridad de otro modo
que lo abarca y pasa indemne,
y qué más da
-piensa al fin de cuentas-
en la hora por vivir más que saberse vivo,
caerse del mundo a toda estrella
lanzado como piedra o catástrofe
con sus luces muertas de rutina
resbalándose del pobrerío
con sus pianos sonando en la noche ese hombre
los pájaros del cielo descolgados
para abrevar en las fuentes
los misterios urgentes de su pecho
y en las aguas del mañana,
donde vierte sus escarabajos la distancia,
yo sé que vendrá testarudo
con su piano sonando hondamente en la noche
ese hombre.
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