jueves, 7 de agosto de 2014

CUERVOS DEL ALMA

Se me escapan los cuervos del alma
 anudando las tripas como bolsillos
 a sacar las cosas de adentro  a la luz clara de los vidrios,
  a poner esta vida de intentos insolventes en entredicho
          con su destino en círculos,
  a rondar esta vida, esta noria de cuervo malentendido.
 Será por eso que no puedo hablarte de la hora de los lobos
       o de los huesos encalados, incendiados
       que están de pie como columnas
               como carne que está pero se esconde,
          no puedo hablarte de la boca aparte del silencio
             ni rescatar las historias de la noche
       por donde los faroles aún alumbran la luz de los vencidos,
                yo de esto no puedo hablarte
         porque no siempre puede uno hablar de lo que quiere,
        a veces vagan las sangres salpicando los sonidos del silencio
  y nos tocan y se llenan de cantos,
de voces brillando claritamente
 como pléyade que nos muestran esos cielos que se fueron
                       por encima de nosotros a otros mundos,
              esos cielos que no pudimos, que no nos dejaron,
          esos cielos que se fueron abriéndonos los pozos
              y el misterio de nosotros mismos
                  a vagar por las aguas que una vez lloramos,
   el destino cuesta arriba royéndonos los ojos cuando miramos
          ese pájaro del alma que muere en un lugar desconocido,
 y entonces –por no haber palabra que describa tanta crudeza- 
si es el lugar el pecho por donde suben como coágulo de luces
                 herrumbrando el día todos los abismos,
                       tengamos por bien puestos los ojos en la nuca
                      para evitar esa sed tan lejana de olvidos,
                      para que venga desde el fondo de la niebla
    a pedir pan, a picotear de las manos los destinos malparidos
  y en las ventanas a descorrer las cortinas, atreverse a la luz,
            para no andar resucitando dos veces del mismo crucifijo.
                  Será por eso que no puedo yo contarte,
             las palabras se quiebran insuficientes
                 para hablarte de la hora de los lobos,
                        ellos siguen en manadas, astutos, cazándonos,
               parecen diferentes pero son siempre los mismos,
               y habiendo tan poco por festejar,
                  se me escapan los cuervos del alma
          a rondar por los cuerpos y las suertes de los vivos,
             con mi espanto a cuestas de días implacables,
                   esperanzas por venir se me escapan los cuervos
             y yo con ellos cada día,
                 anónimo y por las calles    
                         misericordiando mi destino.


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DERECHOS RESERVADOS

2 comentarios:

  1. ¡Qué barbaridad!, qué bien escribes amigo. Sentimientos que dejas llenos desaliento o inconformismo por las circunstancias que son y han sido, pero ya sabes manadas de lobos hay en todos los sitios aunque lleven pieles de corderos, por lo menos al principio.
    Me ha encantado Sergio, y espero que los cuervos no estén volando cerca de tu cabeza, solamente para escribir tan bonito.
    Te mando un abrazo bien grande.

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  2. Me encanta la cascara de huevo con las letras.
    Veo que es nuevo tu blog y que yo no estoy, claro que para lo que visito, jajaja. De todas las formas me voy a poner...

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