sábado, 21 de marzo de 2015

SONRÍE, DIOS TE AMA.

Y bien
ahora que estamos entretenidos
y la abuela cocina un estofado que se las trae
porque nuestras células sienten un hambre incontenible,
ahora que los puntos suspensivos
hacen desaparecer en el anonimato esos,
los pensamientos ocultos y cómplices que ya sabes.
Y bien, ahora que como jabalíes se buscan las trufas enterradas
y a eso llaman democracia y justicia
no importa si cagan o no en la casa del vecino
porque después no limpian y qué más da
si la reina de Inglaterra tiene una mirada extraviada
y en esa carterita dicen que guarda sus simples pensamientos
cuando se escapan debajo de su sombrero inteligente
que desafía la estética y el mal tiempo,
y bien,  dígame ahora
¿quiere ser usted periodista?
¿quiere usted ser cineasta?
¿no prefiere ser guionista?
¿quiere usted ser poeta?
imaginando a un tipo con una correa en la mano
y en la punta un perro que husmea la situación
que con cara de embajador de la onu
le habla diciendo que es su musa
y le cuenta tal como ve el mundo desde ese,
su lado de la correa mientras orina un rosal
el muy cretino hereje de lo romántico,
o acaso quiere usted ser abogado corporativo
cuestión más lucrativa si no se piensa en la justicia
claro está.
Bien: ya está decidido
¡choque esos cinco colega!
veo que es usted un tipo muy avispado.
Sentémonos a ver el mundo.
Tome papel y lápiz, espere y escriba.
Ya sé, parecemos, pero no somos hijos de puta.
Es que nos dimos cuenta de cómo viene la cosa,
por eso nos divertimos a lo grande
gritando , por ejemplo,
¡ladrones, ladrones !
y los vemos entrar en la capilla o en la catedral
a rezarle a la virgen de Lourdes o Fátima
y a todos los santos
        ¿no es fantástico?
Luego, por ejemplo,  miramos el camello
a ver cuánto demora en pasar por el ojo de una aguja,
nosotros contamos los minutos
¡y esto sí  que es deporte!,
ver cómo se atoran, se contraen,
se les salen los ojos de las órbitas
hacen mucha pero mucha fuerza
para salvarse y tener algún salvoconducto
porque hay camellos de todos los pelos y estratos,
perfumados y grasosos
de la alta y de la baja sociedad
pero eso sí, muy jorobados.
Gritamos ¡corruptos!
y disparan a rajatabla
         y todos acusan a los políticos,
a los empleados estatales,
(ponga señor aquí su lista por favor)
y hasta a tu madre que en paz descanse.
Tocamos aquí y salta allá.
Bien, así es la cosa.
Y a ti si no te gusta, pues no vengas con nosotros.
Búscate otro oficio.
Poetas dicen que ya hay bastantes.
En todo caso sonríe,
Dios te ama.

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lunes, 9 de marzo de 2015

CAERÁ COMO UN PULPO LA NOCHE

       Caerá como un pulpo la noche,
          como una mujer fatal mostrará sus caderas
            y mas abajo, entre sus enigmas,
     vendrá cantando los puertos que se alejan.
     Caerá la noche en la dureza del mundo
       a gotear las almas en las puertas
      en que el silencio metralla a cada hombre
        que se niega a morirse en el naufragio
     y es la hora en que todos queremos ir al cielo
              siguiendo el pulso de las venas
      por si hubiera algo en qué creer
             mas que las tormentas
               los cataclismos
                 y los hombres
         bajo el peso de la hoguera,
      allá de la luz y los pájaros de exilio
        todos quieren ir al cielo
         a exorcizar los espantos
      sus flores del mal dormidas como estrellas
           que atardecen sobre el torbellino
      en que caerá como un pulpo la noche violenta
         precisamente cuando el vientre de una mujer
            ya no sea argumento suficiente
               y se caiga
                   todo se caiga
        y algo llore donde empieza el alma
          con sus votos de monjes olvidados
        y no se pueda saber si es una voz o un grito
   que viene desgarrando el espacio con tijeras mutiladas
        y habrá que aceptar que nada es imposible
          y alejarse con el cadáver al hombro
          a esperar en los sitios de gracia
        cuando como un pulpo pasa la noche
       y nos quede la fe abierta como cristales
            por donde escaparse con el alma,
         la brecha incontenible del camino
           por donde todos queremos ir al cielo
                  tan miserables de mañanas.


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