martes, 18 de septiembre de 2012

CANTO DE LOS COMPAÑEROS QUE VIENEN ABRAZADOS


Es el canto de los compañeros que vienen abrazados
creyendo que han ganado algo.
Quisiera poder olvidar.
Tengo la cara en la lluvia
la cara de la lluvia
la cara de lluvia
en este tiempo que hemos cambiado,
que no somos lo mismo,
tiempo profundo como abismo de un segundo
a lo largo de la vuelta de la aguja del reloj.
Memoria de los árboles de la calle del rosedal
en el libro de los días
cuando una muchacha se emborrachaba de cerveza irlandesa.
Yo te recuerdo y era tan linda tu orografía en mis manos,
yo te recuerdo, el circo del sol sobre nuestras cabezas.
Y pienso que los días caen exactamente
como una pequeña gota de veneno vez por vez.
Es el canto de los compañeros que vienen abrazados
creyendo que han ganado algo,
unos cuantos héroes juntos que no se diferencian ya
de las hojas de los árboles
caen como ellas en el medio de la otra hojarasca
y son barridos por el viento del olvido
tal si fuesen una bacanal espantosa de malas hierbas
¡qué tristeza!.
La peripecia del hombre está teñida de óxido
por eso canto para los grillos
hablo para los grillos
escribo con mi pie para los grillos,
por algunos instantes me harán saber que existo
gritándome a la cara mi insolencia,
tengo una lista de crímenes contra mi mismo
una lista negra
una cuestión subterránea y maloliente
que excreta ese humor espantoso que sale por la boca
que parecen excusas o perdones pero no,
ese río peor que el de Caronte
donde del otro lado todavía hay mas y mas negro
hasta el límite del corazón, la última gota de sangre
y la eternidad todo junto en el mismo cuerpo
cosas que nadie delata en su cara cuando lo miras bien,
cuando el espejo ni siquiera te aguanta un segundo más
porque es asunto de fe o estás fregado
hablando claro.
Qué cosa vale la pena
para salvar un alma salvo la fe en la luz
esto decía aquél hombre,
la luz de los espíritus saludan y me conocen
porque ando golpeando el cielo con este palo,
decía aquél hombre
moviendo las manos en círculos.
Es el canto de los compañeros que vienen abrazados
decía aquél hombre,
mientras se iba muriendo en un sucio hospital
de la ciudad de Montevideo.

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sábado, 8 de septiembre de 2012

PARA ABRIR


Para abrir las sombras
y sentir chirriar el óxido de los días
para abrir las manos
y sentir que no es sólo una mujer
es el amor y su contexto
para abrir los ojos
y pestañar las turbulencias de la infamia
para abrir los labios
y que el argumento pese mas que el tono
para abrir la esperanza
y sacarse ese gesto atribulado
para abrir el corazón
y creer que ninguna palabra es definitiva
para abrir.

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