Se me escapan los cuervos del alma
anudando
las tripas como bolsillos
a sacar
las cosas de adentro
a la luz clara de los vidrios
a poner esta
vida de intentos insolventes en entredicho
con
su destino en círculos
a rondar esta
vida esta noria de cuervo malentendido.
Será por eso que
no puedo hablarte de la hora de los lobos
o de los huesos encalados incendiados
que están de
pie como columnas
como carne que está pero se
esconde,
no puedo
hablarte de la boca aparte del silencio
ni
rescatar las historias de la noche
por donde los
faroles aún alumbran la luz de los vencidos
yo de
esto no puedo hablarte
porque no
siempre puede uno hablar de lo que quiere
a veces
vagan las sangres salpicando los sonidos del silencio
y nos
tocan y se llenan de cantos de voces brillando claritamente
como
pléyade que nos muestran esos cielos que se fueron
por encima de nosotros a otros mundos
esos cielos que no pudimos que no nos
dejaron
esos cielos
que se fueron abriéndonos los pozos
y el
misterio de nosotros mismos
a
vagar por las aguas que una vez lloramos
el destino
cuesta arriba royéndonos los ojos cuando miramos
ese pájaro
del alma que muere en un lugar desconocido
y
entonces –por no haber palabra que describa tanta crudeza-
si es el
lugar el pecho por donde suben como coágulo de luces
herrumbrando el día todos los abismos
tengamos por bien puestos los ojos en la nuca
para evitar esa sed tan lejana de olvidos
para que venga desde el fondo de la niebla
a pedir pan
a picotear de las manos los destinos malparidos
y en las ventanas
a descorrer las cortinas atreverse a la luz
para no
andar resucitando dos veces del mismo crucifijo.
Será
por eso que no puedo yo contarte
las palabras se quiebran por insuficientes
para
hablarte de la hora de los lobos,
ellos siguen en manadas, astutos,
cazándonos,
parecen diferentes pero son siempre los mismos,
y
habiendo tan poco por festejar
se
me escapan los cuervos del alma
a rondar por
los cuerpos y las suertes de los vivos,
con mi
espanto a cuestas de días implacables
esperanzas por venir se me escapan los cuervos
y yo con ellos cada día
anónimo
y por las calles
misericordiando mi destino.
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