martes, 22 de marzo de 2011

21 GRAMOS


Yo salí de algún lugar de la tierra,
vine de un mapa concreto y cierto
que se hizo inconstante con el tiempo
a la luz de la simple gente
que silbaba sus canciones a mi oído
sus músicas al filo de mis venas.
Yo salí hace unos cuantos crepúsculos
no siempre tan bonitos como en las películas
porque el paisaje era difícil de vivirse,
bastaba ver esos ojos y esas bocas desdentadas
como para darse cuenta
que uno es de toda la tierra
todo el dolor
toda la impotencia contenida en un puño que late
porque es un movimiento involuntario
que te bombea el anatema de la sangre
por no salirse derramada como un volcán
hacia alguna parte que se compadezca
gritando y preguntando qué hemos hecho.
Sin embargo todos creen hoy saber quién soy,
me miran pero no me ven
me oyen pero no me escuchan
confunden mi sombra con mi materia
porque ya no saben lo que soy
y equivocan sus horizontes con los míos
sus sombras con las mías
y quieren hacer ondear sus banderas sobre mí.
No me conocen
porque yo salí de algún lugar de la tierra
pero caminé y supe que era un peregrino,
un ave de paso
que miraba con los ojos del alma de modo tremendo
y me hizo una sombra que es esta sombra
y los fantasmas que son estos fantasmas
de vida vivida y muerte morida.
Anduve caminando
hasta que escuché las piedras a mi paso,
conozco  ya su diálogo duro porque mis pies las saluda
paso a paso
cuando los pájaros se hacen señas unos a otros
de ver a este furtivo
que ha ganado todo perdiendo todo.
Nadie puede decirme, definirme ni abarcarme,
porque es una aventura para pocos.
Nada voy a decirte salvo que vale la pena encontrarse,
tocar lo que casi nadie puede
ver lo que casi nadie mira
oír lo que casi nadie escucha.
Andar del brazo de la muerte no es para cualquiera.
Tengo una risa que pesa 21 gramos
que es todo cuanto llevo.
Es lo que pasa cuando los versos se hacen vida
y uno los camina despreocupadamente.
Soy el peregrino de las cuatro estaciones
de los cuatro caminos
que pasa,
te saluda
y se va.

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DERECHOS RESERVADOS

COMO POR EJEMPLO HOY

Qué es lo que hace que un hombre no pueda andar desnudo
y tenga que irse a un insilio sin árboles de navidad.
Se vaya de todas las luces de colores de las marquesinas
de los supershoppings, las avenidas y los vehículos
plateados, dorados, lleno de cosas dentro que parecen gente,
se vaya de los vendedores de biblias en todos los idiomas
en todas las explicaciones, en todos sus dioses
iguales pero diferentes,
divinos pero con olor a axilas ventiladas
por supuesto buen perfume
y cabellos bien cortados, camisas y corbatas
y no te olvides del diezmo y cantar desaforadamente
al menos cuatro veces a la semana con la cabeza bien hueca
para que no veas en esa cruz al dueño de la cruz
sino al representante interino que te habla ,
te habla, te habla de igual a igual
pero sabemos que no
con o sin sotana.
Que no hay autoridad sin ejemplo
que no se sabe de dónde salen esos frutos
que nos dan a probar gratis
y luego se paga en cuotas eternas;
esa prosperidad que nunca llega así nomás
en nombre de ese hombre que te lo dice
con una mirada que no te mira
y proclama que hace lo que aquél hombre de verdad una vez
pero en el fondo del pecho muere de puro barro,
sólo quedan baratijas para el alma que anda buscando
algo que no sea más que este simple show real
al que uno asiste y lo asisten
quieras o no quieras.
Todos te dibujan artesanías
 y pesebres de plástico, de cristal
con el niñito con los ojos que brillan cada dos segundos
y la gran estrella que se prende y se apaga
como si fuera una real  maravilla de pequeños foquitos en serie
en un enchufe en alguna pared.
Qué es lo que hace  pregunto
que los semidioses del whisky que están sentados
como señorones en la tronera de la noche,
 las mujeres exquisitas de cirugías mensuales y consecutivas
 y los que tienen  bien agarrado el éxito por el mango
quieran vestir inútilmente  a un sencillo hombre
que quiere andar desnudo como cualquier hijo de vecino
simplemente  porque sí,
amar a su mujer que le dice su cuerpo en silencio
con una música inusitada y bella
distinta y admirable cada vez,
que quiere una vida verdadera si es posible
al módico precio de la renuncia a todas las estrellas fugaces,
las inquisiciones detrás de las ventanas
detrás de las lenguas
detrás del desprecio
detrás de la envidia innecesaria para tener tan nada
y sin embargo
andar con la cara lavada por el viento inocente
pregunto yo,
qué es lo que hace que un hombre no pueda andar desnudo
y decida echar afuera esa raza de víboras,
rasgarse las vestiduras
y echar cenizas sobre su cabeza
sólo y sin que nadie lo vea,
pidiendo perdón por insolvente ya  asqueado de tanto mercado
y yendo de peregrino, insilio adentro
caminando su Emaús para descansar
sin que nadie lo señale definitivamente con el dedo
lo condene por diferente
cualquier día en cualquier lugar,
simplemente por sonreír libremente
con toda la boca y todos los dientes
como por ejemplo,
hoy.

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DERECHOS RESERVADOS

LA NOCHE ANDA BUSCANDO


La noche anda buscando un hombre,
uno de esos que traspasó su frontera
sin un lugar en el mundo
con un nombre igual que todos los nombres.
Dicen que le ha hecho el amor.
La noche lo anda buscando
entre los hombres que andan entre sus zanjas
o entre sus ancas
o entre sus muslos.
Lo cierto es que andaba su vida a pie
y casi sin nada en los bolsillos,
salvo algún que otro verso que se le escapaba
igual que un estornudo
y sus millares de partículas
tan parecidas a gotas y a sílabas
iluminaban como luciérnagas
o luces de navidad.
Pero a él no le interesaba demasiado
todo lo que se pudiera decir que es nada,
y nada es lo que sabía que era:
polvo y nada.
Dicen que ella lloraba de puras estrellas.
Los anónimos lo conocían,
las mujeres marginales lo conocían
y dicen que está muerto
o que está en el extranjero
que para el caso es lo mismo:
es la ausencia de lo desaparecido sin razón.
Nada hay salvo el recuerdo
y el aroma de algún estornudo con sabor a poesía,
a poesía de la buena de la que no deja resaca.
Por eso viene ahora la noche
a buscar al sin permiso
que ha purificado algunas nubes
y a hacer lo oscuro más claro y más profundo
que es como un monumento en su memoria
y que ha escrito parte de la constitución
de cómo se puede ser tan anónimo y tan hombre
como para acostarse con la noche arriba.
Uno de esos que traspasó su frontera
tirando al descuido el último de sus versos
silbando bajito, con una sonrisa
y sin mirar atrás.
La noche anda de lloviznas
buscando a ese hombre que alguna vez fui
como estas mismas palabras
conque te escribo.
Pero no se lo digas a nadie.
Puede parecer una linda historia y además
ya ha pasado mucho tiempo
Este es otro mundo que gira y gira.
Salvo de noche, claro está.

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DERECHOS RESERVADOS

ESTOY CANSADO

Yo estoy cansado
mi fe se ha perdido cantando quién sabe por qué caminos,
me queda esta cantinela de discurso bien aprendido
para espantar filibusteros
pero mi fe se ha perdido, o se ha alargado
o se ha marchado.
Me ha dejado esta cosa dura en el pecho
como un huevo empollando que late
que hace lo que no quiero
y ya me han abofeteado bastante
una y otra mejilla incansablemente.
No sé bien cómo es porque no tiene forma
ni en la palabra cabe,
sólo sé que estoy cansado
y voy arrastrando los pies,
desgastando la suela,
esquivando cosas horribles con mis buenosdías
 cual si fuesen zanjas antiguas con cicatrices modernas
hechas de luces de colores y música que te estalla la médula.
Mensuro el ancho y el largo de un hombre
que es en sí mucho más corto que su sombra
y menos honorable
Calculo el tamaño del hoyo que lo contendrá
justo después de la última carcajada inútil,
justo después de la penúltima mentira triste
justo después de intuir algo acerca del amor
y qué cosa es eso.
Estoy cansado, profundamente cansado
de las rosas sin olor, las mariposas de un día,
los cordones de la vereda llenos de agua podrida
y los barrios marginales llenos de barro
agua turbia y vidas como sudarios eternos
que te desquicia hasta la última lágrima
y no hay caso.
Si te dijera otra cosa estaría mintiendo,
pero claro, está Cannonball Adderley
para matarme la melancolía,
la voz de Irene Papas para llorar de otra cosa,
 el Mesías de Haendel  cual brebaje contra tanto dolor
y Madama Butterfly que es María Callas tratando de amarme.
Estoy cansado,
la radiografía de mis huesos dejan constancia de su estado,
probablemente
nadie se acerque mucho porque estoy contaminado
y todo está ahí a la vista, todo,
huyen por no contagiarse, van hacia adelante,
siempre adelante,
pisando gente, pateando estómagos,
acostumbrados a las náuseas y los ascos
y siempre y siempre detrás de todas las novedades,
lagunitas que apenas si te mojan los pies.
Un chasco tras otro que se compra sin garantías.
Pero éste mi dolor
es una gota pequeña,
un murmullo de bajo decibel en este mundo
porque estoy cansado, contaminado, contagiado.
Y ahora sólo te pido:
aparta ya de mí este cáliz,
esta copa que vomito día por día,
aparta de mí este cáliz.
A veces me  parece oír que me dices que aún no es tiempo.
Pues entonces será  por eso que sigo aquí
artillando las balas de mis evangelios.
Pero sin dudas voy cada vez más lento,
ya no tiro al bulto,
me tomo mi tiempo: tiro y pego.
Luego es cosa tuya,
yo denuncio y te anuncio,
 estoy cansado y en tus manos.
Cierro los ojos porque quiero ya otra vida
porque ya no duermo como antes,
sólo sé una cosa:
va anocheciendo en el horizonte
y yo estoy cansado de buscarte.

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 DERECHOS RESERVADOS

CUÍDATE CUANDO ESTÉS CONMIGO

Cuídate cuando estés conmigo,
ya te lo aviso.
Nosotros somos como dos extraños.
El alma es como un amor o una pena,
como una muchacha besuqueada porque sí
y uno no sabe bien porqué y acaso de qué están hechos esos besos.
 Y aunque no lo parezca estoy sólo como astronauta
mirando la profunda noche universal.
Cuídate cuando estés conmigo,
quieren entrar en mi corazón para hacer de él una cueva de ladrones
pero la película termina como siempre:
latas de cerveza vacías y cigarrillos aplastados como moscas
cual si fuesen hombres contra la pobreza
tan natural que no nos mueve ni conmueve,
canciones de los radios que pasaron de moda
como estrellas fugaces
como caras que pasan por la televisión
y se van a tragarse en el agujero del olvido más lucrativo,
esa sonrisa anoréxica para ser lo que no  se es. 
No ha quedado nada de aquellos días y los que mañana vendrán,
 tendrán la misma cruz y suerte.
 Risas de fotos de gente que ya no es,
 ni yo mismo que me río con cara de nada parecido a la felicidad,
orines baratos de los amaneceres cansados
 agua con hipoclorito que sale de los bares antes de abrir su boca maloliente.
 Vanidad de vanidades. Toda vanidad. Un querer atrapar el viento.
 Vivo en un lugar sin domicilio donde la gente tiene ojos de piedra
y ya no se acuerdan ni de sus padres ni sus abuelos
ni las fotos aquellas en que reían sobre los hombros de ese viejo,
atrás van quedando los funerales de los mejores amigos
que un día se fueron de la vida sin avisar,
 simplemente huyeron en el desvío de una mujer o un país o la simple tierra.
 Cuídate cuando estés conmigo.
Esta noche el noticiero tiene las mismas caras,
las mismas sonrisas que describen con gusto el terror y la muerte,
la misma cara con corbata como un ahorcado contento,
el mismo busto la buena muchacha
buscando escapar algún augurio o  noticia de las que nunca llegan.
Olvido esto por un momento:
 por la ventana hay un tipo fumando duro
con los ojos rojos en una neblina personal.
El patrullero pasa pero lo conoce como conoce todo
y  sigue despacio su marcha sin novedad
como los trabajos y los buenos empleos,
como el ganarse un pan, dos panes, tres panes,
y ya lo sabes:
 nada es seguro salvo que nada es seguro.
 Parpadeo esa realidad tramposa en una ciudad muy despareja,
llena de pozos mal tapados, de grietas hacia el infierno de Dante,
 tapas de cloacas que estuvieron y se fueron al quinto círculo
 y el hormigón  con surcos de viejo enclenque
 que te endurece los talones y las uñas de los pies
 pero  te aflojan las rodillas en el siguiente agujero.
¡A dónde se fueron las brillantes mentes
destruidas por la hierba dura de tanta ciudad!
Cuídate cuando estés conmigo,
en mi baño el agua fría te vuelve helado un soul
y hasta se te cae un blues por los ojos de tan helado.
Me pregunto dónde están los hombres con sus cerebros desnudos
después de rascar dos o tres malos versos
con el terror de no sentir nada mas dentro
que sólo el silencio y darse cuenta que la musa no está,
nunca estuvo, cuento de niños,
 que se escribe con sangre o nada, no se escribe nada,
y se camina fatigosamente el eterno purgatorio
lleno de palabras inútiles, escombros con letras,
pesadillas que despiertan sus sueños paganos
en los callejones con lámparas ahogadas de oscuridad
y siluetas en silencio, quietas,
ninguna luz de tráfico en la calle
ningún haz de neón que salve una idea,
atrapado como rata en la cabeza de pensar algo
que realmente valga la pena de sentirse vivo
sin la boca desvencijada de tres o cuatro rufianes te quiero.
A dónde drenaron las buenas almas,
todavía tienen flores. 
Y los que conversaban de cosas importantes tales como el sol
y el universo, los niños y el viento en la cara,
cuando llegaron parloteando estas astillas tristes
que me llenan de aserrín el alma,
estos hombres y mujeres que me excitan los globos oculares de porquerías
 porque siempre es tiempo del show que te estallan en imágenes huecas,
abismales, inmensidades de nada en tiempo real,
cárceles, guerras y despojos humanos
que se ríen expulsados de sus intelectos
 que te invitan a la nada con sus torsos desnudos anabólicos
 a dejar tendales de corazones rotos porque sí
y a beberse la lluvia de su medianoche pequeña y esclava. 
Han vaciado todo, han tirado todo por la ventana,
 no queda nada de la mueblería mental:
sólo las paredes y los espacios en blanco donde duermen
y la basura que queda desde hace tiempo acumulándose
 hasta que las vomita en tus solapas, en tus jeans, en tus buenosdías.
Cuídate cuando estés conmigo,
está el Hijo del Hombre con un látigo en la mano
expulsando a los mercaderes de siempre.
Estamos en el guisado humano de estos tiempos
y como bien sabes, no hay garantía.
Ten tu corazón a mano como amuleto, salvoconducto o lo que sea.
No sé qué será de mí.
Cuídate cuando estés conmigo.

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