Es cosa
sabida:
el hombre es un nombrador
que espera
que teme
que busca.
De modo que ahora las pesadas gotas
del dolor
y el cuentagotas de dichas no hacen
materia suficiente.
Lo lamento.
El alma sigue de rebelión y mueve las
vísceras
sacando por la boca sus frutos
no siempre aromáticos y azucarados,
tus orejas no escuchan el canto que
más te gusta
porque dicen que soy un tipo ácido, un
mala onda,
el número trece, un pesimista consumado
aguafiestas
sin embargo
la realidad se empecina en abrirme los
ojos
y al momento de elegir,
elijo a las muchachas tristes y
periféricas
por sobre las artificiales que a la
larga
se desinflan como globos al sol,
elijo a los sin dientes a los
exquisitos del sushi,
a las cortinas descoloridas
que a las ventanas con rejas y alarma
en las alarmas
y la cadena de ese estilo de cosas
inacabables de infamias
que te estoy nombrando mismamente
que se cuentan sus distancias casi en
años luz
me define el rojo de la sangre.
El momento no me es propicio porque ya
se sabe
yo soy un hombre
y además un hombre que amo en vivo y
en directo.
Sigo poniéndole nombre a las cosas
aunque no tengan buen aspecto de
mercadeo,
pregunto, temo y busco
las pocas certezas que se me permiten
intuir
y acaso eso es todo.
Lo demás son lucecitas de colores,
una comparsa que viene, toca y se va
porque alguien paga por hora
y yo quiero algo concreto y para
siempre.
Desde los ojos de la muerte canto a la
vida de la resurrección,
de todas las resurrecciones, porque
como cualquier pájaro
vuelo perseguido por otro y por otro:
así es la cosa cuando se trata de
libertad.
Cuando se oigan algunos disparos en la
noche
sabrás entonces que ése soy yo
y tendrás que sonreír o ponerte a resguardo
según cómo anden tus cuentas,
sabrás que ando blasfemando
o que ando saludando,
que simplemente ando viviendo
no de cualquier modo aunque te lo
parezca
y hasta que reviente como un sapo
barrido por la vida
justo así,
que es cómo se emparda la cosa:
reventar como un sapo cualquier día de
estos
al igual que tu.
Luego, ya lo sabes,
la cosa es mover inteligentemente de
vez en vez
calcular la jugada no es cosa de
estúpidos,
piensa, mueve ya, juega o te mueres.
El tiempo pasa… tic tac tic tac tic
tac…
Que pase el que sigue.
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Versos muy en tu línea habitual,realistas y,a veces,duros.En consonancia con este mundo que nos tocó vivir.
ResponderEliminarNos es fácil aprender a mover ficha a tiempo,pero estoy contigo en que es importante para sobrevivir.
Saludos Sergio.