En el
castillo de Thor
donde los suecos descuartizaban daneses
en medio del hielo y la nieve
aposento
mis ojos en los muros,
en la sangre callada para turistas
y decido
que allí quede junto con los caídos
en el abismo del olvido
mis más terribles secretos
encerrados entre las piedras.
Luego
avanzo hacia el puentecillo
y cruzándolo me saco una foto.
Debo
recordar el silencio de los muertos
y la tumba de mis secretos
para echarle flores alguna vez.
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