lunes, 10 de julio de 2017

CHAGAL Y YO


En esta hora
en que la ventana de Chagal permanece abierta
a lo lejos la cúpula de una iglesia campanea su sangre
y no queda golpe que no marque cierta decadencia
quiero entrar a la casa con Aspasia
a escuchar el silencio de Alcibíades
a perseguir buenas lunas que huyen 
endemoniadamente a los montes
a desaparecer en el tajo de la roca que dejó en Roncesvalles
la sangre abierta de Rolando
pero la ciudad está aquí
y arde como una pira
tal si fuese cierto cabaret de Boston allá por 1942
con sus 491 cuerpos danzando macabramente el fuego
sin ningún sentido a la hora señalada
un 28 de noviembre,
asistir a la decadencia que hunde nuevamente el Islander todo 
y su cargamento de oro y hombres en cada calle
en cada esquina
en los asientos de los buses 
que nos hunden en la endémica falta de memoria
la chatura, el griseado indemne
los recuerdos colgados con chinches de las paredes
la humedad de la bóveda craneana de la ciudad
enmoheciendo sus siete octavos de iceberg
en esta hora en que es la hora
que da una ganas horribles de llorar
en que la ventana de Chagal permanece abierta
y una nube amenaza con cierta alegría
y el verde es más verde
y simplemente en el paisaje
Chagal y yo
y un café.
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