Toma whisky como si fuese agua
como un perro que jadea de calor,
dice que está harto de la cosa
y son las once menos diez de la mañana
dice que está podrido de andar besando
culos
por dos pesos con cincuenta y que ya se
sabe
que poco se hace en cualquier lugar del
mundo
con tan poco y que es inútil
salvo terminarse la botella y dormirse de
una vez
después de babearse porque no comió nada
eso dice,
que un hombre tiene derecho a joderse
solo
a hacerse cargo de por lo menos unas
cuantas horas
sin tener que decir sí señor y agachar el
lomo
y que mañana será el mismo día con cara
de otro
y que tiene miedo del miedo,
dice que está harto de la cosa
y son las once de la mañana
cuando lo miro sin decir palabra
porque no hay paradigma que sirva aquí de
excusa
para decir algo que valga la pena.
Dice lo mismo que todos,
que el sueño es un modo de morirse
y que prefiere pasar para el otro lado
tal vez la cosa mejore pero es demasiado
cobarde
o le queda alguna que otra esperanza y
una foto.
Son las once y diez y no se le entiende
nada
este reloj chino funciona bien.
La botella flota en el suelo apuntando al
rincón.
Dice que nos deslizamos por cañerías
hacia un pozo negro,
que el mundo se ha llenado de discursos
y que me cuide
dice dice dice
que… que… que…
son las once y cuarto con los ojos
entreabiertos
pero muy dormido.
Se le aflojó el ceño y parece estar en
otro mundo.
Yo sigo en este y me voy en sDIilencio.
Las calles parecen cañerías que
desembocan unas en otras.
Hay un murmullo sordo de voces.
Eso es cierto, no lo había visto así.
Voy a cuidarme.
Voy a cuidarme.
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