Yo
hablo del amor que te viene del cuerpo
de
todo el cuerpo,
yo
hablo del amor que te cubre todo
que
tapa por ejemplo a una mujer como una ola
que
se queda un segundo, le pega,
le
deja constancia, huella,
y la
traspasa más allá
desde
el agua que el horizonte puede ver.
Yo
hablo de esa cosa misteriosa que abraza más allá de la luna
y hasta donde los ojos alcanzan los pobres
con
la cabeza arqueada hasta arriba
hasta
que se te cae el universo por los agujeros de las corneas
y
te preguntas simplemente
esa
pregunta sin palabras que te pone a existir
si
es que puedes escuchar el silencio.
Yo
hablo del amor
como
intuición para lo que fui hecho
y
como niño que patalea viendo y queriendo
el
juguete más querido en el escaparate.
Cómo
es entonces que por error ando en estos caminos,
quién
contribuyó a dibujarme esta historia involuntaria
y
me aseguró que era la vida, la verdadera vida.
Voy
caminando porque yo hablo del amor
resolviendo
la ruta que me lleve de vuelta
a esa
tierra que hay en algún lado
ese
lugar prometido de alianza,
yo
quiero simplemente entrar a la tierra prometida
no
de cualquier modo
sino
como un atleta con su máximo esfuerzo
viendo
la faja para romperla para siempre,
sin
mirar atrás.
Yo
quiero una entrada gloriosa y aplaudida
por
mis ancestros y los ancestros de mis ancestros,
y
después llenarme hasta que más no pueda de absolutamente todo
eso que algunos llaman alma.
Sentar
carpa eternamente
y
decirme que todo el viaje fue un mal sueño
salpicado
de lucecitas de vez en cuando
siempre
insuficientes que te tiene como cazador
en
espera de que llegue ese momento agudizando los sentidos,
como
desesperado para un segundo de disfrute
que
te rompe los huesos brevemente
para
devolverte a la tierra del olvido
o
los recuerdos que pudieron quedar como resaca
arrugas
nomás en algún lugar de lo que se llama corazón.
Yo
hablo del amor,
no
de la misma letanía que es parecida
y
que se paga a precios diferentes
según
el lugar del mundo que estés
tu
espacio en el casillero social, tu identidad,
tu
apartado de correo común o electrónico
cuánto
watts alumbra la lamparita de tu cabeza
común
o de bajo consumo
sin
hablar del tiempo de uso y la garantía,
tus
ropas, y más íntimamente, tus calzoncillos
chiquitos
o largos de telas diferentes
o
lo que sea que seas,
hombre
o mujer y lo que uses -si usas-,
la
fluidez de que dispones cuando te dicen
compra
ya!
sé
feliz, compra ya!
disfruta
de esta locura
al
menos un par de minutos
hasta
que un día sepas que te timan
y
que de veras eres un estúpido
o
lo que es lo mismo un número manipulable
aunque
quizás nunca lo sepas
y
hasta tengas a mano o en el bolsillo
dos
o tres discursos de autodefensa
para
quedar bien parado,
habrase
visto impertinencia tal
tener
que escuchar gratuitamente estas cosas.
Yo
hablo del amor
pero
no sé bien que cosa es
y
cuando empiezo a creer que sé
lo
inefable me deja sin palabras
como
por ejemplo ahora,
y
tu
¿qué
sale que valga la pena de tu boca?
¿de
qué hablas?
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