martes, 16 de septiembre de 2014

TODOS LOS DÍAS REZO UNA ORACIÓN

Todos los días rezo una oración
y después pregunto por ignorante estas cosas
que me salen de algún lado de la cabeza
de tanto que dan vueltas y vueltas.
Todos los días están ahí,
justo después que rezo una oración
y salen a borbotones como malos amigos
porque el mundo ya está instalado
quién sabe cuánto tiempo hace
pero la pregunta acerca de la realidad
como cosa que me acerque a alguna orilla
que de veras valga la pena
y  pueda poner los piecitos en el agua
y dejar salir un suspiro de gusto
porque está tibia justo como uno quiere
y decir con total seguridad que eso es cierto
de todos modos y maneras,
que es verdad y sin ninguna pero ninguna duda
que es la realidad mismamente:
pero me siguen faltando a la cita todos y cada uno de los días.
Tengo estos tajos, atajos,
estas vistas parciales, estas dudas perennes
como las nieves del Kilimanjaro.
Después viene el tiempo,
el tiempo en mi cara y en mi cuerpo
y en todos los cuerpos
inclusive los que ya son huesos,
el tiempo y la eternidad
mirando esta piedra como un ojito
o aquella estrella chiquitita y minusválida
que cuando las enfrento ni modo,
me parte la cabeza toda esa oscuridad inmensa y honda
llena de cosas que nunca podré ver
oír, sentir, por pequeñas o grandes,
sólo conformarme con mirar para arriba como un estúpido
 esa fugacidad que me come el tiempo
y me muestra la eternidad.
Y a continuación se me viene una larga fila
ya incontenible de cosas tales como
la justicia, la verdad, el amor
y se vuelve interminable todas esas palabras
que le siguen en el orden que quieras
que están en hilera tranquilamente esperando
ser  desfloradas, descifradas, amadas,
descargar su contenido, dignificarse,
como los pobres sin comida  quién sabe desde cuándo
y ya no tengan que rogar, ni humillarse, ni morirse,
así,
agotado y vencido
así,
me dejan como cenizas de cigarro mal apagado y tirado
barriéndome un simple soplo por insignificante
y mi voz que no se oye más que a unos pocos metros
con mucha suerte si hay silencio.
Por eso todos los días rezo una oración
por si eso hace una diferencia en el corazón
que es el lugar donde uno debiera fiarse
para encontrar de vez en cuando alguna respuesta
que abre otro manojo de preguntas
y es un cuento de nunca acabar.
No tengo mucho tiempo para otra cosa
salvo el momento cotidiano en que parezco un hombre.
Todos los días rezo una oración
y espero
todos los días rezo una oración
y escucho
todos los días rezo una oración
y veo.
Todos los días rezo una oración.


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