viernes, 25 de agosto de 2023

CUERVOS DEL ALMA

 

Se me escapan los cuervos del alma

            anudando las tripas como bolsillos

              a sacar las cosas de adentro

                  a la luz clara de los vidrios

       a poner esta vida de intentos insolventes en entredicho

                  con su destino en círculos

         a rondar esta vida esta noria de cuervo malentendido.

     Será por eso que no puedo hablarte de la hora de los lobos

               o de los huesos encalados incendiados

       que están de pie como columnas

               como carne que está pero se esconde,

          no puedo hablarte de la boca aparte del silencio

             ni rescatar las historias de la noche

       por donde los faroles aún alumbran la luz de los vencidos

                yo de esto no puedo hablarte

         porque no siempre puede uno hablar de lo que quiere

           a veces vagan las sangres salpicando los sonidos del silencio

              y nos tocan y se llenan de cantos de voces brillando claritamente

                 como pléyade que nos muestran esos cielos que se fueron

                       por encima de nosotros a otros mundos

              esos cielos que no pudimos que no nos dejaron

          esos cielos que se fueron abriéndonos los pozos

              y el misterio de nosotros mismos

                  a vagar por las aguas que una vez lloramos

         el destino cuesta arriba royéndonos los ojos cuando miramos

          ese pájaro del alma que muere en un lugar desconocido

                y entonces –por no haber palabra que describa tanta crudeza-

           si es el lugar el pecho por donde suben como coágulo de luces

                 herrumbrando el día todos los abismos

                       tengamos por bien puestos los ojos en la nuca

                      para evitar esa sed tan lejana de olvidos

                      para que venga desde el fondo de la niebla

          a pedir pan a picotear de las manos los destinos malparidos

           y en las ventanas a descorrer las cortinas atreverse a la luz

            para no andar resucitando dos veces del mismo crucifijo.

                  Será por eso que no puedo yo contarte

             las palabras se quiebran por insuficientes

                 para hablarte de la hora de los lobos,

                        ellos siguen en manadas, astutos, cazándonos,

                          parecen diferentes pero son siempre los mismos

               y habiendo tan poco por festejar

                  se me escapan los cuervos del alma

          a rondar por los cuerpos y las suertes de los vivos,

             con mi espanto a cuestas de días implacables

                   esperanzas por venir se me escapan los cuervos

                y yo con ellos cada día

                    anónimo y por las calles

                         misericordiando mi destino.

 

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