Háblame,
que mi rostro sepa que toda apariencia nada significa,
deja que mi cama se revuelva como barro pisoteado por caballos
que mis ojos te miren con el asombro de un homicidio simple,
inmensa y sencilla es la lluvia aproximándose a oxidar mis estrellas.
Háblame,
quita esa tijera de tajear corpiños
esos pedazos de mi bolsillo que tanto me duelen,
no crucifiques mi rostro agudo de pájaro
si es que he nacido para la esperanza.
Háblame,
que tu verdad llegue como bandadas de mosquitos
a besarme simplemente una noche de estas
porque mis ojos quieren dejar el gesto inconfundible de los idiotas
nacidos para comprar todo.
Háblame de una vez,
dame la armonía de jazz mejor que la de Ellington
mordiéndome los perdones sobre las sábanas.
Estoy agonizando de tango sin amores,
de banderas que huyeron de sus símbolos.
Háblame antes que todo se interrumpa
con el golpe que suele acontecer en las primaveras
antes que las flores alimenten con mi sangre sus destinos,
yo podría morir con el amor envejecido un lunes de noviembre.
Abrázame con el esfuerzo que sostiene a un desesperado,
la noche atiza ya su escorpión insostenible
sobre mi sombra sola y desnuda,
teje su red de madreperlas sobre el cuerpo sudoroso trisándome las espinas
y hay cierta inutilidad de cementerio en su brisa
cuando sus pequeños escorpiones
mordisquean mis ojos incontenibles de futuro.
Háblame,
soy un corrupto de sombras que necesita un corazón,
no hay ninguna ráfaga que haga volar en mis venas
la fatalidad de la muerte.
Háblame ahora,
antes que sea esa estatua de sal
de la que ya nunca volveré.
que mi rostro sepa que toda apariencia nada significa,
deja que mi cama se revuelva como barro pisoteado por caballos
que mis ojos te miren con el asombro de un homicidio simple,
inmensa y sencilla es la lluvia aproximándose a oxidar mis estrellas.
Háblame,
quita esa tijera de tajear corpiños
esos pedazos de mi bolsillo que tanto me duelen,
no crucifiques mi rostro agudo de pájaro
si es que he nacido para la esperanza.
Háblame,
que tu verdad llegue como bandadas de mosquitos
a besarme simplemente una noche de estas
porque mis ojos quieren dejar el gesto inconfundible de los idiotas
nacidos para comprar todo.
Háblame de una vez,
dame la armonía de jazz mejor que la de Ellington
mordiéndome los perdones sobre las sábanas.
Estoy agonizando de tango sin amores,
de banderas que huyeron de sus símbolos.
Háblame antes que todo se interrumpa
con el golpe que suele acontecer en las primaveras
antes que las flores alimenten con mi sangre sus destinos,
yo podría morir con el amor envejecido un lunes de noviembre.
Abrázame con el esfuerzo que sostiene a un desesperado,
la noche atiza ya su escorpión insostenible
sobre mi sombra sola y desnuda,
teje su red de madreperlas sobre el cuerpo sudoroso trisándome las espinas
y hay cierta inutilidad de cementerio en su brisa
cuando sus pequeños escorpiones
mordisquean mis ojos incontenibles de futuro.
Háblame,
soy un corrupto de sombras que necesita un corazón,
no hay ninguna ráfaga que haga volar en mis venas
la fatalidad de la muerte.
Háblame ahora,
antes que sea esa estatua de sal
de la que ya nunca volveré.
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